Tengo la suerte de ser una abuelita mágica. Por supuesto no tengo varita de hada, ni pócima especial, ni conjuro de bruja buena, pero os aseguro que !Hago magia!

Eso sí, mi magia sólo funciona con mis nietos. ¿Qué cuales son mis trucos? Pues veréis:

– Con ellos y para ellos convierto una caja de zapatos en un baúl de los tesoros a prueba de piratas.

– Una sabana con pinzas de tender de colores se transforma e una larga y rica capa de reina o rey, y un molde de repostería en una corona.

– Una tapa de una fiambrera grande es un escudo para protegernos de un enorme dragón con larga cola de mopa para el polvo.

– Soy capaz de hacer crecer flores en su cabecitas con gorros de ducha, de los que dan en los hoteles, y papel de colores.

– La mesa del comedor de casa la convierto en una fortaleza, rodeada de grandes torreones (las sillas) y debajo de ella resistimos los ataques de guerreros invisibles.

– Les encanta ir de acampada sin salir de casa y para ello la alfombra de transforma en una colchoneta y los almohadones son enormes sacos con víveres.

– Incluso mi magia hace que «Corre , corre caballito» sea el número 1 de las canciones del verano.

– Una almohada larga y los plumeros del polvo nos permiten remar en una canoa con la que navegamos por ríos, tan largos como un pasillo, y descendemos rápidos muy peligrosos con altura de hasta un escalón.

– Con sillas de playa, papel de plata y cubos nos vamos en una nave espacial hasta las estrellas en una noche mágica.

Y …así, un sin fin de objetos corrientes que hay en casa, con mi magia, se transforman en todo lo que a mis peques les gusta, les emociona y les hace reír.

Pero, no, no os puedo mentir… Los verdaderos magos son ellos.

Ellos que con sus varitas de asombro y sus sonrisas hacen que me sienta sin edad, sin kilos, sin arrugas, sin complejos… Y feliz de ser una abuelita mágica. Magia verdadera ¿Verdad?

Seguro que si alguna de mis compañeras magas me leéis me daréis la razón 😉