Como casi todos los días estaba a punto de tomar el primer café de la mañana.
Ese café que me tomo tranquila, con la paz que se respira en casa con los niños aún dormidos, el que me permite mirar tranquilamente una web apuntada en la agenda desde hace tres días, o leer el último capítulo del libro que empecé hace 2 meses… ese café 😉

Entonces sonó mi móvil. Tenía un e-mail. ¡Maldita sea! -pensé-. Ya empezamos con la jornada y no me ha dado tiempo ni a dar un sorbo.
Malhumorada me senté en el sofá dispuesta a ver qué tecla se le había roto a qué cliente tan temprano y entonces leí: «Si recibes este mail es que no estás invitado a nuestra boda».

¡Toma ya! A eso lo llamo yo un «asunto» logrado. Ni dos segundos tardé en lanzarme al Ipad para leerlo más tranquila.
Decía algo así:

Querida Clara:
Te escribo porque como sabrás me voy a vivir a Estado Unidos y... ¡ME CASO!
He querido aprovechar este e-mail de despedida para adjuntarte la “no-invitación”
a la boda.
Digo “no-invitación” porque me caso en Nueva York así que no hemos invitado a
nadie, a excepción, claro, de nuestra familia más cercana.
Lo bueno de no hacer ceremonia es que no tengo ningún invitado por compromiso, 
así que ten claro que eres importante para mí, de hecho si estás leyendo esto es 
porque te aprecio realmente. 
¡Muchos besos!

Josep

Y adjunta venía esta «no-invitación»

Como comprenderéis los lagrimones que corrían por mis mejillas eran de tamaño considerable y cuando me dí cuenta estaba calculando que hora sería en NY para enviar un whatsapp.

Es tan bonito lo que han hecho Lisa y Josep que he querido compartirlo (con permiso de los novios, claro).
Si alguna vez tenéis «no-invitaciones» no dudéis en hacer partícipes a vuestros amigos porque la alegría que compartirán con vosotros será la misma.

El día 9 brindaremos por vosotros amigos. Os queremos.

PD: El e-mail no es una reproducción exacta. Obviamente era mucho más personal pero eso queda entre los protagonistas y yo 😉