Jugar con plastilina casera es una actividad genial para hacer en familia en cualquier momento, ya que es una herramienta fantástica para que nuestros hijos e hijas trabajen las habilidades motoras finas. Aprenden a mover los dedos y utilizarlos para hacer partes grandes y pequeñas, y a controlar la fuerza a través de la presión que ejercen sobre la plastilina.
Más aún, la plastilina, igual que la arcilla, fomenta la concentración de los peques y les relaja, y estimula su creatividad al hacer figuras o combinar colores. Esa capacidad de modelar junto con la libertad que les permite disfrutar un elemento no peligroso refuerza su autoestima. Estos beneficios también se aplican a los mayores, ¿cuánto hace que no jugáis vosotros?
¿La ventaja de la plastilina casera? Pues que es cero tóxica, apta para todas las edades, fácil de hacer (encontraréis todos los ingredientes en vuestra cocina) y ya solo con el proceso de elaborarla los peques se lo pasan pipa. Además, puede sacaros de un apuro si no contáis con plastilina industrial y a vuestros hijos se les antoja jugar. 😉
¿Qué tal si os ponéis a jugar con ellos?
Plastilina casera: la receta
Ingredientes:
- 1 parte de harina de trigo
- 1/4 de agua
- 1/4 sal o azúcar
- Colorante alimentario
Elaboración:
Como os digo, muy muy sencilla. Básicamente consiste solo en mezclar poco a poco los ingredientes necesarios hasta conseguir una masa uniforme y compacta. Os recomiendo que primero hagáis toda la masa de la plastilina casera de la cantidad que queráis y luego, una vez acabada, la dividáis en tantos colores como os apetezca hacer.
Eso sí, ojo a la hora de poner el colorante ya que es líquido y si os pasáis, es posible que tengáis que añadir un poco más de harina a la mezcla para que quede perfecta, aunque para los niños más pequeños es mejor que esté más blandita. Obviamente, no está pensada para comerse pero como todo es comestible, si pasara con los más pequeños, no pasaría nada.
Mi truco a la hora de colorearla es esparcir sobre la mesa harina, de manera que al mezclar el colorante con la masa, poco a poco se vaya impregnando de más harina. Como en la buena cocina, las cantidades no son exactas porque dependen del tipo de harina, del agua, etc. pero ya veréis como le pilláis el truco enseguida.
Una vez hecha y cuando os hayáis cansado de jugar por hoy, podéis guardarla en la nevera y os durará sobre una semana. Para que se conserve bien, os recomiendo las bolsas de Ikea de doble zip.
¡Ah! Y no os olvidéis de mojarla un poquito antes de meterla.
Basta con que os mojéis las manos, las escurráis un poco en el aire, cojáis la pelota de plastilina casera y la metáis en la bolsa. Con esa mínima humedad será más que suficiente.
Otra de las ventajas de ser natural es que podemos usar los moldes de galletas para trabajar la presión y las formas –y otros utensilios de la cocina– sin miedo a que luego queden restos tóxicos. Eso sí, hay que limpiarlos al terminar, claro, jeje.
¡Espero que os animéis a hacerla y que nos contéis cómo os ha ido! ¡Quiero ver las creaciones de vuestros artistas!
0 Comentarios